Nos percatamos de que tan rápido pasa el tiempo, observamos que nuestro entorno esta en constante cambio, el color de los árboles, el clima es diferente, la comida no es la misma y quizás, tu ya hayas cambiado.
Ha terminado el verano, esa época del año en que disfrutamos
de ir al mar, tomar el sol, vivir al aire libre, alejándonos de las
preocupaciones…y ha comenzado los días frescos, húmedos, donde las noches son
más largas que nos afirma la llegada del otoño.
Me gusta pensar que el otoño nos acerca más íntimamente a
nosotros mismos, contrario de lo que se cree, el otoño es época de reflexión y
trabajo interior.
Y así como la naturaleza cambia sus colores, como se ha
aprendido durante nuestra infancia-los árboles pierden sus hojas-, también nosotros
debemos pensar que hay cosas de nuestra vida que queremos conservar y que
debemos dejar ‘caer’… dejarlo ir, así como los árboles que dejan caer sus
hojas, nosotros debemos de soltar aquello que nos sobra, para abrirnos a lo
nuevo, un nuevo cambio.
Otoño, es tiempo de agradecer lo recibido y de guardar lo
necesario para el invierno que se acerca, momento de poner en orden nuestras
mentes, reflexionar sobre los apegos, concretar ideas, evaluar nuestros
proyectos, deshacernos de lo innecesario y conquistar lo que queremos, alcanzar
nuestros sueños.
Tiempo de otoño, para preparar nuestro camino…que
se repetirá cada 365 días para recordarnos que siempre podemos alcanzar
nuestros sueños, sanar nuestras mentes, almas, transformarnos y comenzar de
nuevo.
Transformemos
la melancolía en plenitud.
Viva la vida!